sábado, 21 de julio de 2012

Sense tu jo no soc ningú.

Y por fin ha llegado el día en que voy a empezar poquito a poco a quitarle las telarañas a esto.
Pido mil perdones a mis simples ideas, a las teclas que no usé, a las entradas que fui abandonando en mi memoria y que no dejé que viesen la luz.
Pido perdón de todo corazón.
Espero que, tras un largo mes, lo que me salga no sea tan malo.
O en todo caso, que no os baje demasiado la moral.
Me siento bien. Estoy bien. Y me da gusto poder decirlo.
Todo sigue ahí, como espinitas clavadas en las plantas de mis pies, que no duelen pero de vez en cuando te pinchan, para que sepas que siguen ahí. Que siguen formando parte de ti. Que no se irán.
Pero igual que hace tiempo solo veía el lado malo, ahora todo está más claro.
Hay más cosas buenas, más de las que imaginé.
Solo tenía que romper la barrera de fuerza que me impedía cogerlas y volver a introducirlas en mí.
Porque igual que están los malos momentos, los buenos no deben dejarse de lado.
No soy capaz de daros ningún consejo, no soy la adecuada.

Solo que aunque la almohada resulte tentadora, no es la mejor solución.
Y decir por último que, si de verdad os importa algo, no os rindáis.

No siempre se ganan las luchas, pero hay algunas por las que merece intentarlo.