sábado, 8 de octubre de 2011

Reflexión.

Hay momentos en esta vida en los que nos paramos a pensar en el por qué de lo que hacemos y en cómo o lo hemos echo.Reflexionamos sobre ello durante horas, días, semanas e incluso meses.
Cualquier cosa que hagamos es motivo de reflexión.
Dependiendo de cómo seamos, la facilidad que rengamos de olvidar y de nuestra <<conciencia>> actuamos de una manera o de otra.
Hay 2 tipos de personas:
Las que se quedan contentas con cualquier cosa que hagan, ya sea buena o mala; o la adecuada o a la errónea... Pero siempre piensan que han actuado de forma acertada.
Luego está el otro grupo, posiblemente más reducido, o tal vez mayoritario (eso depende de lo que cada uno piense) llamados los REFLEXIONISTAS o simplemente los que creemos que pensar en lo que nos ocurre es lo mejor que podemos hacer.
Somos todos aquellos que cualquier cosa que nos pase nos da en qué pensar: ya sea un saludo, una mirada, una despedida, una invitación, una llamada, una pelea, un sueño...
Probablemente, nuestra vida sea más complicada, pasamos demasiado tiempo pensando en vez de actuando...
Pero tal vez tanta reflexión sí que sirva de algo.
Esto hace que estemos a gusto con todo lo que hagamos: con nuestros gestos, con nuestra forma de actuar, con nuestros gustos, con nuestra forma de ser...
Sí, quizás demos demasiadas vueltas por culpa de ello en ocasiones no nos sintamos las personas más felices del planeta. Pero a la larga, nos damos cuenta de que todas nuestras reflexiones han sido lo que nos ha convertido en o que ahora somos, y eso, desde mi punto de vista, es lo más importante que nos puede ocurrir:
Estar a gusto con nosotros mismos.

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